«La alegre, confiada, comprometida…, fortaleza de la tribu-comunidad»
«La frase anterior requiere ser desarrollada empezando por el final, como ocurre con la vida misma, ya que es desde la atalaya de los años como ciertos relatos adquieren sentido pleno. Es lo que hace que mi respuesta a esa pregunta, hecha desde la perspectiva de 50 años de relación con eso que llamamos ‘un colegio marianista’, cobre un significado diferente.
En efecto, el término ‘tribu’ debe explicarse. No tiene que ver con una adhesión ciega y servil al grupo, que establece exclusión con los otros grupos humanos sino justamente al contrario: se refiere al sentido de pertenencia a una comunidad de personas entre las cuales cobra valor el propio ser-persona. Significa haber encontrado una familia humana más amplia en la que fijar tu pequeño-gran lugar en el mundo, el cual sin ella se muestra más frío e inhóspito. Significa desde luego, lugar de relación, lugar de educación.
Decir tribu-comunidad es hablar de perduración humana, la cual se realiza entre el recuerdo agradecido a quienes te precedieron y la posibilidad de sembrar en los que te siguieron, a los cuales confías la responsabilidad de llevar a buen puerto los ideales con que se va entretejiendo una vida completa y lograda. Decir tribu es decir lazos, encuentros -con la subsiguiente alegría de vivirlos-; es decir amor a todos los alumnos y compañeros que iluminaron con su sonrisa y su bulliciosa presencia cada uno de tus días en el colegio; es por eso también el compromiso por tratar de ser, ellos y tú, ellos contigo, tú en ellos, ‘sal de la tierra y luz del mundo’. Decir tribu es querer que la comunidad humana que formamos extienda su abrazo a cuantas personas necesitadas se crucen en nuestros caminos respectivos, en un entramado disperso pero conexo que nos hermana en red con todos los otros encuentros que vienen a partir de aquí…
Esto es lo que trae alegría a mis días, lo que me aporta la seguridad de saberme en buena compañía y la confianza en que el camino que transitamos conduce hacia donde debe; esto es lo que pone concreción -manos y pies, un tiempo y un lugar-, a mi compromiso con el mundo.
La fortaleza de esta comunidad es en definitiva, la fuerza de mi vida.»
Jesús Ángel Viguera
Profesor del colegio y antiguo director general