Vivir unas convivencias es siempre sinónimo de ilusión, pero vivirlas en mitad de la montaña multiplica esta emoción.
Comenzamos nuestro trayecto en el Parque Natural de Ordesa, y compartimos el camino hasta el refugio de Bujaruelo, donde más tarde nos alojaríamos. Fue un recorrido de varias horas en el que todos participamos de risas, recuerdos, anécdotas. Juntos nos dábamos fuerza para llegar al final del camino, un camino que ha dejado huella, un camino que se ha quedado con nuestra huella también.