Hay personas que no pasan simplemente por los lugares sino que, gracias a su dedicación, a su cariño, a su generosidad, dejan una huella dulce que no podemos, ni queremos, borrar. Gracias, Ana, por ser una de esas personas…
Las personas especiales se merecen homenajes especiales. Y Ana Cidraque, que tantas sonrisas y enseñanzas ha repartido en nuestro colegio, al que llegó casi por casualidad hace ya cuarenta años, es una de ellas.
Por eso el pasado viernes, último día “de cole” de nuestra querida profesora de Primaria, Ana Cidraque, antes de su – bien ganada – jubilación, quisimos disfrutar con ella de una jornada llena de emoción.
Todos los alumnos de la etapa la sorprendieron flanqueándola en “paseíllo” a la salida al patio en la hora del recreo; fueron dándole pequeños detalles que ellos mismos habían preparado con todo el cariño para terminar con el abrazo fuerte de todos sus compañeros y compañeras.
Haciendo honor a su cualidad de memorable, Ana pensó que una simple despedida no era suficiente para demostrar todo el cariño que siente por este colegio, de modo que decidió dejarnos un regalo muy especial: un árbol de ciprés, el árbol del amor, que plantó junto a sus colegas de claustro.
Tras este acto tan simbólico, una pequeña oración un canto y unas palabras, todos nos quedamos con el buen sabor de boca de que todo esto no se trataba de un “adiós”, sino de un reconfortante “hasta luego”…