Año tras año, los alumnos de segundo de bachiller disfrutan de sus últimas semanas de colegio con un inolvidable viaje a Italia. Generación tras generación hay sonrisas, muchas fotos, anécdotas, experiencias increíbles… Cada año cambia y, esta vez, hemos sido nosotros los que hemos tenido la suerte de vivirlo.
Quien diría que la alegría y diversión empezarían desde el minuto uno, en los autobuses un domingo a las cinco de la mañana. Pero así fue. Y qué decir de los cuatro primeros días en Roma: monumentos, “gelatos”, risas y, por supuesto, ñoquis italianos; apreciando cada escultura, edificio y piedra que se cruzaba en nuestro camino. Ni el gran tamaño del grupo ni una silla de ruedas pudieron frenar nuestras ganas e ilusión por ver la ciudad, todo gracias a una organización perfecta e imprescindible. Y cómo olvidar la visita al Papa rodeados de paraguas: hasta el precio de coger un constipado mereció la pena.
Tras estos maravillosos días tocó decir adiós a la capital y emprender rumbo a Florencia, donde la lluvia nos dio la bienvenida de nuevo. Pero nada podía detener entonces el deseo de muchos de visitar esta nueva ciudad: el Duomo, la Santa Croce, incluso el David quien estuvo interesado.
Quizá fue por lo bien que nos lo pasamos, quizá fue porque, al fin y al cabo, solo estuvimos 24 horas en esta ciudad, pero el tiempo se nos pasó volando. En un abrir y cerrar de ojos estábamos de nuevo, en el autobús, rumbo a Venecia. Y entonces llegaron los increíbles puentes, la plaza de San Marcos con sus palomas, los viajes en Vaporetto, las fotos en góndolas…
Y pensar que yo vivía con el miedo de que este viaje no cumpliera mis expectativas, que no estuviese a la altura de lo que la gente me contaba: “el mejor viaje que he hecho…”, “no lo olvidaré jamás…”. Italia me ha hecho aprender que es en los viajes así en los que se convive de verdad, en los que te descubres y descubres a otros. Dicen eso de que la vida no se vive en minutos sino en momentos. Y esta semana han sido eso, momentos. Momentos de estrés, de enfado quizá, pero también de felicidad, de disfrute, de entusiasmo, de pasión. Definitivamente, no ha sido un viaje, ha sido el viaje que recordaremos mañana, pasado y el resto de nuestras vidas.
CRÓNICA ROMA (Por Lucía Bescós y Ana Molins, alumnas de 2º de Bachillerato)